LAS FALSAS ESPERANZAS
Una vez en la vida o cada tanto tiempo, uno tiene que consultarse: ¿qué quiero, qué dirección le quiero dar a mi vida, cuál es mi “destino mayor"?
Las trabas que pone el sistema hacia eso conforman en síntesis muchos de los problemas de imagen de sí.
Todas las falsas esperanzas son del sistema y cuando uno proyecta su vida como que su desarrollo personal depende de la pareja, la guita, la familia, las amistades, se va a traicionar.
Así que para trabajar la traición va a tener que reconocerse fracasado, ¿pero fracasado en qué?, ¿en qué ha basado sus expectativas vitales, en falsas esperanzas, en otro?
Eso jamás va a resultar, porque ha basado su proyecto vital en el proyecto del otro, eso es cosificarse y cosificar al otro.
La compensación de la traición son las falsas esperanzas.
Y la mayor de las traiciones es no reconocerse, individuo con infelicidad capaz de transformarse. Y lo primero que hay que transformar es la dirección que uno tiene. Ahí aparece la resistencia: ¿si uno transforma o se dedica a trabajar la traición, el temor o la dirección, tiene que destruir todo lo que ha construido?
No es así, uno al trabajar eso direcciona nuevamente todo lo que ha construido. Lo que no interesa lo deja, pero lo que interesa continúa.
Si nosotros como conjunto humano, como individuos dentro de un conjunto humano, no avanzamos más, es porque no sabemos lo que valemos. Realmente no lo sabemos.
Uno descubre que su destino mayor tiene que ver con el sentido de la vida, que es de uno hacia otros.
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