19 de octubre de 2008

Conferencia sobre lo Divino Femenino

Por Claudio Miconi. Foro Humanista Europeo. Milán, octubre 2008.

Renacimiento de lo Divino Femenino

Claudio Miconi
Foro Humanista Europeo
Milán – 18 de octubre 2008

Queridas amigas y amigos, Quiero agradecer a Tamara Gigli y al grupo Lilith, a los organizadores de este Foro Humanista Europeo, por haberme dado la oportunidad de exponer públicamente un tema que desde algunos años es objeto de mis búsquedas y reflexiones.

También agradezco Emiliano Granatelli por haber con paciencia armado las imágenes que servirán de comentario.
Y les agradezco sobre todo a ustedes hoy aquí presentes. Les agradezco por compartir conmigo el interés por este argumento, justificándome desde ahora, si esta exposición les resultara incompleta e incapaz de dar una respuesta a todas aquellas preguntas que les han llevado a interesarse en un tema tan especial.

Por otro lado el interés de esta exposición no es aquello de reconstruir históricamente cierto fenómeno religioso sino el intento de abrir nuevos horizontes y perspectivas al camino de la esperanza.

Con la intención de crear las mejores condiciones para la comprensión de lo que expondré, quiero poner de manifiesto que todos mis análisis e interpretaciones surgen de mi experiencia personal como exponente del Nuevo Humanismo Universalista y como mensajero del Mensaje de Silo.

Para concluir con las condiciones previas al diálogo, algunas consideraciones sobre el título de la presente exposición: "Renacimiento de lo Divino Femenino."

Este título se refiere al enorme interés que desde hace tiempo ha surgido alrededor de la figura de la Diosa. Un interés que no sólo toca el campo del estudio de la historia de las religiones, sino que, en algunos casos, llega a manifestarse como un verdadero culto.


El término "renacimiento" es utilizado intencionalmente en referencia a aquellas búsquedas y expresiones de espiritualidad que han surgido en el área occidental, más precisamente en Europa y en las poblaciones americanas de origen europeo.

Como veremos, en muchas otras áreas culturales el culto de la Diosa o de las Diosas está todavía vivo y por lo tanto no se podría hablar de renacimiento. En efecto actualmente encontramos viva esta veneración Australia y Oceanía, en la mayoría de los pueblos asiáticos, en India, en el continente africano entre los pueblos indígenas de las Américas y los de origen africano en Brasil.

La expresión "Renacimiento de lo Divino Femenino", en lugar de sencillamente "Renacimiento de la Diosa”, se justifica por el hecho de no querer definir lo divino, o lo sagrado, con una restrictiva elección de género: masculino o femenino. Divino Femenino subraya una particular sensibilidad, una mirada que busca y que traduce la experiencia de lo Sagrado, del mismo modo que la expresión Dios es mirada y traducción al masculino y no la experiencia misma.

Tenemos que reconocer que esta búsqueda de lo Divino Femenino ha surgido y es alimentada precisamente por mujeres, mujeres de esta época, protagonistas del gran rescate de lo femenino al que estamos asistiendo y que es una de las señales de los nuevos tiempos y de la futura humanidad libre de violencia y discriminación. Una nueva sensibilidad que, afortunadamente, también es compartida por muchos representantes del otro sexo.

Este gran movimiento de liberación de las monstruosidades que el género femenino ha padecido por milenios no se expresa sólo como lucha por los derechos y la igualdad, sino también como una búsqueda de modelos que no estén contaminados por el predominio del modelo masculino. Un clamor que invoca una respuesta, empujado por una profunda y verdadera necesidad.

"Existen profundos modelos que duermen en el interior de la especie humana esperando su momento oportuno." , "Cuanto más fuertemente se hicieron las llamadas, desde más lejos acudieron estos guías que trajeron la mejor señal."

Por eso invoco ahora a estas Guías profundas y les pido que nos acompañen y nos inspiren en esta exposición.


El renacimiento de lo Divino Femenino sigue habitualmente dos líneas de investigación: la búsqueda en el pasado y la búsqueda interior. Aceptamos seguir estas dos vías, añadiendo una tercera: la búsqueda en el futuro.

La búsqueda en el pasado.

En la presente exposición, para rescatar la presencia de lo divino femenino en el pasado de la humanidad no nos dirigiremos hacia aquellas áreas culturales en que todavía se veneran a una o a más Diosas.
Focalizaremos en cambio nuestra búsqueda en un área cultural y geográfica en que desde hace mucho tiempo predomina una religión monoteísta cuyo Ser Supremo es representado como masculino (no nos referimos sólo a representaciones visuales sino también auditivas como en el caso de la expresión aramaica “Abbà” "Dios Padre"), en fin, en un área dónde hoy como hoy uno menos esperaría encontrar una divinidad femenina: Europa y toda el área Mediterránea.

En los museos arqueológicos de toda esta amplia área geográfica, en las secciones dedicadas al paleolítico, nuestra atención es atraída por la enorme cantidad de representaciones de cuerpos femeninos. Hasta los mas inexpertos en este tema tienen la imagen de la así dicha "Venus" de Willendorf.
En general nos encontramos frente a representaciones femeninas con marcadas características de fecundidad: senos abundantes, caderas amplias y vientre dilatado por la gestación de un nuevo ser.
Una interpretación, que encuentra el acuerdo de muchos investigadores, es que estas representaciones muestran un culto ligado a la fecundidad que se difundió ampliamente desde Europa occidental hasta la lejana Siberia, entre 25.000 y 20.000 años atrás; una tradición que ha persistido por mucho tiempo, con hallazgos que se colocan también en épocas más avanzadas del Paleolítico superior.


De hecho en estos museos, podemos observar restos de representaciones femeninas modeladas durante todo el Neolítico: un largo tramo del camino humano entre 12.000 y 5.000 años atrás.
De esta enorme proliferación de representaciones femeninas en el Neolítico, a menudo halladas junto a otra representación muy difundida, la del toro, nos limitamos a recordar las más conocidas:
ante todo las "diosas" de Katal Huyuk (Anatolia) de hace 8.000 años, luego las de Tesalia (Grecia), de la civilización Cucuteni (Rumania), de la isla de Malta, de Egipto, de Ur (en la Mesopotamia de la edad del Cobre), de las islas Cícladas (en el medio del mar Egeo).
A los que quisieran profundizar el estudio sobre esta inmensa producción de objetos que encuentran en la figura femenina la representación antropomorfa central, los remitimos a los estudios especializados y, entre ellos, a las amplísimas y apasionadas búsquedas de la arqueóloga lituana Marija Gimbutas.

Culturas ginocéntricas que han dejado sus mensajes en piedra, hueso y cerámica por al menos 27.000 años.

La humanidad se había lentamente evolucionado por 3 millones de años sin contar con el uso del fuego, después una misteriosa chispa interior llevó a acercarse a las brasas y a apropiarse de ellas.
Alrededor de un millón y medio de años conservando el fuego y después, hace 500.000 años, otro salto: la producción del fuego. A finales de este vorticoso arco temporal encontramos unos seres ya capaces de incluir el fuego en cóncavos hornos de barro, en una suerte de gestación capaz de transmutar el barro en cerámica.
Pero esta centralidad de la potencia femenina permanece también en las épocas de las fusiones de los metales.

En la edad del Bronce (de 5000 a 3000 años atrás), hallamos en el área mediterránea la que fue quizás la última, potente, brillante civilización modelada alrededor de lo divino femenino. Entre el mar Egeo y el mar Libio, en la isla de Creta, a lo largo de 22 siglos se desarrolla una cultura que, una vez más, nos deja unas imágenes plásticas de lo divino femenino de una fuerza insuperada.
Es una civilización que con su flota toca, en los momentos de máximo esplendor, los puertos de toda la cuenca del Mediterráneo y el mar Negro.

No sabemos cómo se llamaban a sí mismos (los Egipcios los llamaban “pueblo del gran verde” y después de milenios un arqueólogo inglés, Sir Arthur Evans, los llamó minoicos por la amplia literatura mítica que hacía referencia a los habitantes de aquella isla). Sabemos con bastante precisión cómo aquella civilización acabó su ciclo, arrollada por los terribles trastornos naturales que acompañaron el estallido de la isla volcánica de Santorini, luego el asentamiento de reyes Micénicos y finalmente la invasión de los Dorios. Su lengua todavía nos es desconocida, pero nos hablan sus elocuentes producciones artísticas y arquitectónicas, como un canto de inefable belleza del que nos parece no poder distinguir las palabras.


¿Qué fue pues de la Gran Diosa Madre, la Potnia (la Señora) que dio sentido a la vida, a la muerte y al renacimiento de miles de generaciones?
Parece ser que por siglos sus numerosos aspectos se separaron multiplicándose en otras tantas diosas.

Uberto Pestalozza subraya que la religión prehelénica es rica en Potnie "tauropóloi", es decir domadoras y cabalgadoras de toros,… la antorcha, habitualmente encendida, quedó como insignia de la Potnia que vivía la vida nocturna de su reino,… tienen en una mano el fruto maduro de la granada ("side", vocablo egeo-anatólico que indica el fruto y el secreto femenino)… Selene, la Luna, otra no fue sino una particular facies de la Potnia terrenal, aquella parte suya que se asomó hasta el cielo para iluminar las tinieblas desplegadas por la Noche,… Nyx, cuyo epíteto es "melaina", negra, el aspecto oscuro de la Tierra Madre.

Pero también es diosa del mar, de las grutas y de las tierras aradas. Es Melisa, diosa Abeja y Señora de la vegetación y sus fármacos. Es la Señora de los animales, ella misma se muestra como pájaro, serpiente, vaca, potra, seres que domina y con los cuales se empareja. Así como se empareja con sus "paredros", amantes divinos y humanos (todos hijos suyos), ya que no sólo no desdeña, sino que asiduamente busca el deleite de la "mixis"... La sexualidad es una fuerza sagrada, una directa manifestación de lo "sagrado" en la vida del mundo.
Es diosa de la vida, de la muerte y del renacimiento.

"En origen la Potnia era "sin madre" y "sin padre", en su forma originaria de diosa no engendrada, representante de la suprema y concreta feminidad de lo divino,… fue la viva personificación de lo "sagrado" es decir de lo "real"… de naturaleza propia prismática y fluida, desdoblándose y multiplicándose, toma en muchos lugares, o en los mismos lugares, nombres diferentes: Anâhitâ, Aphrodite, Artemis, Athena, Demeter, Hekáte, Hera, Innanna, Ishtar, Kirke, Kybele, Letô, Mêdeia, Persephóne, Rheia"…

En un paso de su libro Pestalozza anota casi con triste ironía: "Como se sabe, a todas las divinidades femeninas del mundo prehelénico les fue impuesto el estado civil olímpico, que contempló naturalmente no sólo a la madre sino también, y sobre todo, al padre."
Los motivos de esta revolución patriarcal pueden haber sido múltiples: se pueden remontar a aquellos tiempos en que los grupos humanos, alejándose de las grutas, estableciéndose en territorios aptos a la domesticación de vegetales y animales, erigiendo las primeras estructuras urbanas, pasaron de una organización horizontal y cooperativa a una diferenciación de funciones y a una organización jerárquica. ¿Influyó la invasión de poblaciones que trajeron a sus dioses masculinos? ¿Fue el agotamiento de la larguísima parábola de una civilización milenaria?

Lo cierto es que en el furor de Ishtar que lanza el Toro Celeste contra la humanidad y en las invectivas que Gilgamesh lanza contra la diosa (en aquella epopeya escrita hace más de 4.000 años) está toda la crisis de un mundo antiguo: "Así dijo Gilgamesh: «¡Eres una ruina que no da al hombre abrigo alguno contra el mal tiempo, eres una puerta trasera que no resiste la tempestad, eres un palacio saqueado por los héroes, eres una emboscada que disimula sus traiciones, eres una pústula inflamada que quema a quien la tiene, eres un odre lleno de agua que inunda a su portador, eres un pedazo de piedra blanda que desmorona a las murallas, eres un amuleto incapaz de proteger en país enemigo, eres una sandalia que hace tropezar a su dueño en el camino!»".

Para usar una frase hecha e inexacta “lo que sigue es historia conocida." Una historia de progreso científico, tecnológico, filosófico, de justicia, paz y hermandad… perennemente obstaculizados por el obscurantismo y el moralismo, el poder del hombre sobre su prójimo, de violencias y prevaricaciones de todo tipo, de negación de lo humano a más de mitad de la humanidad por el solo hecho de haber nacido hembra y a toda la otra mitad por el solo hecho de deber ser macho.

Sin embargo, en esta breve fracción de 5.000 años de proceso humano dominada por el patriarcado, el modelo profundo de lo divino femenino ha seguido abriéndose paso en los corazones de los creyentes de diferentes fes: para el hebraísmo en el aspecto femenino de la presencia divina, la Shekinah, para la tradición cortés -tributaria de la mística islámica- en los templos dedicados a Notre Dame (Nuestra Señora) y en las visiones milagrosas y salvadoras de vírgenes de las grutas, vírgenes de las flores, vírgenes de las rocas, vírgenes de los manantiales, vírgenes privadas de su sexualidad, pero misteriosamente rebosantes de amor y… Madres de Dios.
Pero hay una pregunta que todavía tenemos que hacernos: ¿por qué esta centralidad sagrada fue asumida por lo femenino? Para obtener una respuesta no podemos contar por cierto con documentaciones escritas, por lo tanto tendremos que recurrir a nuestra capacidad imaginativa. Permítanme proceder siguiendo un método sustractivo y proponerles un juego de imágenes.

Tratemos de imaginarnos un mundo en el que no hay ciudades, máquinas, libros, supermercados con todos sus productos, un mundo sin las masas humanas típicas de las ciudades, sin la tecnología, las ciencias, la comunicación y la cultura tal como las conocemos… del mundo agreste que resultaría seguimos sacando: las casas, el ganado, los cultivos… de las montañas sacamos a las minas, y con ellas a los herreros, las fraguas, los metales mismos …

En el interior de un reducido grupo humano, dotado de la chispa de la intencionalidad, que vaga en busca de comida, recolectando, cazando, que se ampara en el interior de tibias grutas… hay dos géneros de seres, ambos sienten el potente impacto de la experiencia que se adueña de ellos cuando son atraídos el uno a la otra hasta compenetrarse… potente como los mundos de la noche o como los mundos que experimentan los días en que han comido unos extraños vegetales… En esa compenetración uno de los dos seres acoge al otro en sí, como la gruta; este ser posee el misterioso poder de las vísceras de la tierra, de la cual se generan otros seres. De los dos solo ella sabe cuáles fuerzas se desatan en ese momento…

El misterio del mundo caótico, de sus ciclos, del nacer, del morir y del renacer aún, vive en ella… día tras día, luna tras luna, estación tras estación, generación tras generación. Quizás fue ella que se acercó al fuego, lo tomó, lo llevó, lo conservó, reconociendo en él la calida chispa de la vida… Quizás fue así, aunque esta mirada ingenua, basada en asociaciones por similitud, contigüidad y contraste, no nos permite todavía acceder a la profundidad de aquel contacto con lo Sagrado que luego fue plasmado en una imagen, aquella del ser con que mejor se logró representarlo.
Termino esta parte dedicada a la investigación en el pasado con las palabras que, solo 1.850 años atrás, Apuleyo, hace pronunciar a Lucio, lleno de conmoción, al final de sus Metamorfosis: "¡Tú, santa y sempiterna salvadora del género humano, siempre pródiga de tus gracias a los mortales, tú que das tu dulce cariño de madre a quien se encuentra en la aflicción: no hay día, no hay noche, no hay momento por breve que sea que pasen sin tu protección! Y siempre tú ayudas a los hombres por mar y por tierra, y alejas las tempestades de la vida y les entregas el socorro de tu derecha, con que desatas los inextricables nudos del destino, y mitigas las tempestades de la Suerte y enderezas el curso funesto de los astros.

Los dioses del cielo te honran, los dioses de los avernos te temen: tú haces girar la tierra, iluminas el sol, sujetas el mundo, tienes el Tártaro bajo tus pies. Por ti se regulan los astros, las estaciones se renuevan, se alegran los númenes, obedecen los elementos. A tu señal exhalan los vientos, se hinchan las nubes, germinan las semillas, crecen los brotes. De tus majestades tiemblan los pájaros que vuelan en el aire, las fieras que vagan por los montes, las serpientes escondidas en la tierra, los monstruos que nadan en el mar. Pero mi ingenio es demasiado débil para cantar tus alabanzas y demasiado pobres mis bienes para ofrecerte dignos sacrificios. Y no tengo bastante voz para decir lo que siento de tu majestad, y no bastarían ni siquiera mil bocas y mil lenguas ni un eterno incansable fluir de palabras. Haré lo que sólo puede hacer un hombre piadoso, pero pobre: custodiaré para siempre en la profundidad de mi corazón tu rostro divino, tu santo numen!”
La búsqueda interior.

Una búsqueda interior de lo divino femenino tiene que considerar que (por la definición misma del objeto investigado) no es una pura búsqueda abstracta de lo divino, o de lo sagrado, o de lo transcendente. Para no perder de vista el objeto de nuestra búsqueda tendremos que reconocer que ésta apunta a un aspecto de lo divino, el aspecto de la feminidad, una distinción de género o, más precisamente, de sexo.

Si la sexualidad es el elemento que caracteriza al objeto de nuestra búsqueda y de ella surgen todos sus atributos, parece necesario dirigir nuestra búsqueda interior hacia el significado profundo de la experiencia de la sexualidad, empezando por la experiencia inmediata y directa de la propia sexualidad.

Ahora bien alguien podría experimentar cierta incomodidad: porqué en un recorrido de búsqueda de lo divino, tendría que ocuparme del sexo? El sexo está relacionado con imágenes, experiencias, recuerdos, que no suelen referirse a la esfera de lo sagrado y viceversa!
Estas y otras aún más escandalizadas objeciones podrían nacer precisamente de un primer gran impedimento a esta búsqueda interior.

Este impedimento es generado por la cultura en que nos ha tocado vivir en lo cual estas dos experiencias han sido contrapuestas, se ha buscado separarlas y alejarlas como mundos inconciliables, creando entre ellos barreras que parecen insuperables.

Por un lado siglos y siglos de represión sexual en que se ha intimado a no tocar ni sentir ciertas partes del cuerpo, no mirar ciertas imágenes… tampoco imaginarlas… Todo esto dicho y hecho “por nuestro bien”, ha producido una verdadera distorsión en la capacidad de distinguir los registros placenteros de aquellos dolorosos. Distorsión que causó no pocas lamentables experiencias biográficas que a su vez hacen que la sexualidad y todo el campo de lo afectivo parezcan un verdadero campo minado.

Por otra parte ya hemos visto cómo una de las maneras más eficaces para restarle fuerza a la imagen de lo divino femenino ha sido negarle el aspecto sexual, negación que se corresponde a la represión de las mujeres en el plano del comportamiento y del rol social.
Creo que si queremos acceder a lo que de sagrado representa una Diosa, o un Dios, convendrá redescubrir de que manera y cuán sagrada es la sexualidad, una experiencia que en el ser humano es tres veces santa: porque está íntimamente ligada al amor, a la generación de nuevas vidas y al acceso a experiencias místicas.

Sé que estamos tocando un argumento que pone en juego creencias profundamente arraigadas y difíciles de mover. No lo tomen como un problema personal de rigidez mental: de echo el momento histórico impone un horizonte de creencias mas allá de lo cual no se logra ver y por lo tanto se lo acepta como si fuera la única realidad posible.

Decir: “el sexo es sagrado” quizás resonaba límpidamente en la Creta Minoica o entre los Drávidas de la India pre-aria, pero intenten decirlo ahora… también solo en silencio, percibirán como un chirrido… o surgirá espontánea, para descargar la tensión, una broma satírica…

Pero si la búsqueda es genuina y sentida, y su inhibición resulta sufriente, entonces será bueno dirigir un aspecto de esta búsqueda de lo divino femenino hacia el desvelamiento de los propios modelos sexuales.

"En tu paisaje interno hay una mujer o un hombre ideal que buscas en el paisaje externo a través de tantas relaciones, sin poder jamás tocar. Salvo el corto período en que el amor completo deslumbra con su chispa, esos pedernales no coinciden en un punto preciso. Cada cual y a su modo, lanza su vida hacia el paisaje externo buscando completar sus modelos ocultos.”


Es bueno reconocer personas y situaciones que, en el campo sexual afectivo, nos han inspirado profundamente o turbado a lo largo de nuestra vida, y también aquellas imágenes plasmadas en diferentes campos artísticos (desde la pintura a la música, desde la escultura a las películas, desde la fotografía a la poesía) capaces de encender la llama.
En principio hemos dicho que “existen modelos profundos que duermen en el interior de la especie humana esperando su momento oportuno. Esos modelos son la traducción de los impulsos que entrega el propio cuerpo al espacio de representación."

Si quisiéramos llegar a estos modelos profundos y configurar esta representación interna, podríamos valernos de un trabajo con las imágenes: un recorrido guiado que nos permita introducirnos y movernos en el espacio interno de representación y, superando las dificultades y resistencias del caso, nos permita acercarnos y finalmente conectarnos con la representación de este ser que podríamos llamar "la pareja ideal". Sugerimos, a quien esté interesado, el estudio de algunos escritos de Silo, donde este tipo de trabajo personal es ampliamente tratado.

Pero es posible que la búsqueda interior que nos guía al encuentro con lo Divino Femenino, no se agote aquí.

Una tal búsqueda, si realizada en profundidad, podría ir más allá del campo sicológico.

Un investigador sin prejuicios no podrá excluir, por lo menos como posibilidad, que en cierto momento se pueda acceder a aquellos estados internos que han inspirado las representaciones de la religiosidad, de la mística, de la espiritualidad.

"… se puede penetrar en un curioso estado de conciencia alterada por “suspensión del yo”… cuando la conciencia es capaz de internalizarse hacia “lo profundo” del espacio de representación. “Lo profundo”… no es exactamente un contenido de conciencia. La conciencia puede llegar a “lo profundo” por un especial trabajo de internalización. En esta internalización irrumpe aquello que siempre está escondido, cubierto por el “ruido” de la conciencia. Es en “lo profundo” donde se encuentran las experiencias de los espacios y de los tiempos sagrados. En otras palabras, en “lo profundo” se encuentra la raíz de toda mística y de todo sentimiento religioso."

"Nada se puede decir de ese “vacío”… No podemos hablar de ese mundo porque no tenemos registro durante la eliminación del yo, solamente contamos con las “reminiscencias” de ese mundo, cuando el yo retoma su trabajo vigílico normal… “traducciones” de impulsos profundos, que llegan a mi intra-cuerpo durante el sueño profundo, o de impulsos que llegan a mi conciencia en un tipo de percepción diferente a las conocidas en el momento de “regreso” a la vigilia normal."

Estas “traducciones” se plasman en representaciones que padecen la influencia de la cultura y de las intenciones de quien vuelve de aquellos espacios y tiempos sagrados. Es gracias a estas "traducciones", operadas sucesivamente, que se han plasmado y se plasman las imágenes de los mitos, en los cuales hablan y actúan dioses y diosas.

La búsqueda en el futuro.

“Es sabio quien conoce sus modelos profundos y más sabio aún es quien puede ponerlos al servicio de las mejores causas."

¿Qué función desempeña en relación al futuro de la entera humanidad, este enorme interés que desde hace tiempo ha surgido alrededor de la figura de la Diosa?

Si con la breve mirada que hemos dirigido al pasado nos hubiera surgido con sorpresa la pregunta ¿qué son después de todo estos últimos 5.000 años de patriarcado frente los 27.000 de centralidad de lo femenino!?, ahora bien ¿qué son entonces frente el infinito futuro de la humanidad?

Nos parece que en la búsqueda y en el renacimiento de lo Divino Femenino más allá de la búsqueda de modelos en el pasado, más allá de las reivindicaciones frente a un presente doloroso, abren imágenes que nos están atrayendo desde el futuro: un futuro en que no existan las guerras exterminadoras de hijos, un futuro en que la Tierra sea una amable protectora y sus pueblos hermanos, un futuro en que todos los seres humanos sean considerados iguales en la diversidad, un futuro en que haya alegría, amor al cuerpo, a la naturaleza, a la humanidad y al espíritu, en que no se oponga lo terreno a lo eterno.

Y todo esto nos parece que muestre una actitud mental adecuada para traducir la señal que llega de lo Profundo con una gran bondad.
Gracias para haberme acompañado en estas reflexiones Para todas y para todos
Paz Fuerza y Alegría
Claudio Miconi

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