Si se pregunta a alguien qué sentido tiene para él la vida, probablemente responderá por su familia, o por él prójimo, o por una determinada causa que según él justifique la existencia. Y, esos sentidos provisorios, habrán de conferirle dirección para afrontar la existencia, pero a poco que surjan problemas con los seres queridos, a poco que se produzca una desilusión con la causa abrazada, a poco que algo cambie en el sentido elegido, el absurdo y la desorientación volverán por su presa.
Por último, sucede con los sentidos o las direcciones provisorias de vida que en el caso de alcanzarse ya pierden referencia y por lo tanto dejan de ser útiles para más adelante y, en el caso de no alcanzarse, dejan de ser útiles como referencia. Por cierto que luego del fracaso de un sentido provisorio siempre queda la alternativa de poner un nuevo sentido provisorio, tal vez en oposición al que fracasó. Así, de sentido en sentido se va borrando a medida que pasan los años, todo rastro de coherencia y con ello aumenta la contradicción y, por tanto, el sufrimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario