Es decir, hay personas que realizan actividades y estas actividades las realizan no para esperar algo del objeto, no porque el objeto de un determinado tipo de placer en cuanto tal; el objeto no tiene nada que ver con esto. Estas personas realizan actividades en el mundo y van hacia los objetos por un motivo muy diferente, porque al hacer, descargan sus tensiones y el objeto, entonces, no tiene valores en sí, sino que los objetos para estas personas, son nada más que un punto de aplicación de su propia energía. Y se aplican a los objetos sin darle valoración a los objetos; ese es un caso, por lo menos.
Hay otro caso. El caso en que se hacen, se realizan actividades en el mundo, porque al realizar determinadas actividades, se va configurando en la estructura mental toda una unidad.
Es decir, que se van haciendo cosas en el mundo, también en este caso, sin importar los objetos. Se van haciendo cosas en el mundo, no por descargar tensiones; en este caso se van haciendo operaciones en el mundo porque es un modo de ir integrando los propios contenidos. Y esta integración de los contenidos internos, y esta continua perspectiva que se va teniendo de los distintos procesos, usan al mundo como referencia, pero en este caso la valoración no está puesta en el mundo.
Normalmente, se pone en los objetos los valores. Se cree, mucha gente cree, que los valores están en las cosas; que una cosa es más valiosa que otra en sí; que una cosa está bien y una cosa está mal. Mucha gente cree que los valores existen en las cosas. Y en realidad los valores están puestos por la mente.
Algunos, llevándolo al campo económico, creen que los valores tienen que ver, por ejemplo, con la escasez. Pero todavía no explican el sugestivo valor de ciertos metales que -si bien es cierto tiene que ver con la escasez- tiene que ver sobre todo con sus brillos, su textura, su resonancia interna, su peso, su cualidad, más que con el valor en sí, el valor puesto.
Así que esto de los valores en los objetos, esto de toda una axiología, de una teoría de los valores puesta en las cosas, esto, es ilusorio.
Volviendo a nuestro problema de las movilizaciones de actividades en el mundo, no debemos ver las cosas, me parece, tan primariamente, y creer que uno se mueve si las cosas le dan cierta tensión, si las cosas le provocan cierto placer, si vale más la pena una cosa que otra. Sí, esto sucede en algunos casos, pero en otros casos las actividades humanas se lanzan al mundo como descarga de las tensiones internas, considerando al mundo como aplicación de las propias cargas.
Y entonces es una forma, este moverse en el mundo, en que el siquismo se abre paso, y este siquismo va construyendo al mundo a su imagen y semejanza. Y es el avance de la conciencia y de la mente sobre el mundo, el que lleva a esta actividad, sin importar considerablemente los objetos.
Esto que va pasando en el mundo, que el mundo se va haciendo cada vez más humano, se va humanizando; esto de que el mundo cada vez va reflejando más la actividad de la mente humana, nos revela que es la mente la que considera al mundo como su punto de aplicación. Y nos revela que es la mente la que no considera a los valores como puestos en los objetos, sino que es la mente la que pone los valores en el mundo, es la que da categorías, es la que establece relaciones, es la que amplía su expansión.
Es la mente entonces, la que utiliza al mundo como su punto de aplicación. Y muchas de las actividades humanas tienen que ver, primariamente, con la descarga de estas tensiones hacia el mundo. Pero, en mayor profundidad, muchas actividades humanas se explican por la configuración interna que va haciendo la propia mente al aplicarse en el mundo.
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