Yo soy un escultor, tengo un esquema, de cómo va a ser mi escultura y es como si estuviera chupado por la escultura terminada, que todavía no está, entonces la voy construyendo, voy hacia eso, ¿no es cierto? hacia esa causa final, chupado por aquello, ¿eh?, y en la vida cotidiana voy chupado también por esa causa final que normalmente es una imagen, a veces es una imagen muy fuerte, muy compulsiva, que me hace descuidar otro tipo de cosas, entonces hago desprolijidades de toda naturaleza, descuido la causa material, la causa formal y todo aquello.
Pero hay un punto a cuidar, que es, que cuando me pongo a diseñar esa escultura, ya he puesto una dirección. Esto de las causas finales, formales, y todo aquello, esto de las causas, esta división, bueno, es una forma de explicar las cosas, pero en realidad el tema es que yo proyecto una línea mental, lanzo una línea mental, tengo una dirección ya en la elección de ese tipo de escultura y no de otra, una vez que he elegido esa escultura, ya bueno, está la imagen y tengo que atenerme a ella, pero cuando voy ha hacer la escultura, en la dirección mental está el tipo de escultura que voy ha hacer, es la dirección mental la que ya me pone el carril, me lleva en una dirección determinante, de manera que si mi dirección mental está montada sobre una compulsión todo va ha ser arrastrado por ella, el tema de la dirección mental es aquello que permite lanzar líneas hacia una imagen ¿eh? Si mi dirección mental es fuera de tema, ¡inútil que organice tácticas, siempre va ha ser fuera de tema la producción de lo que hago, inútil!
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