Este escrito se entiende en el contexto del Oficio del Fuego y del Mensaje de Silo, es la primera parte de un trabajo más amplio.
En esa alegoría el cuerpo se comporta como la leña y resulta que si uno tiene el cuerpo cansado, o enfermo, o estresado, eso se expresa en la combustión de la leña como si ésta estuviera húmeda.
Entonces en la vida diaria uno experimenta que las cosas no le salen, que los proyectos se le caen, que comienza una comunidad del mensaje y se le cae, que inicia un emprendimiento y se le cae o no prospera, etc.
Ese comportamiento de uno identificado con el cuerpo es como el de la leña húmeda, el fuego interno lucha por contrarrestar el efecto pernicioso de la humedad, que le resta calor a la combustión.
Entonces si uno se distrae, o se enoja, o simplemente se cansa, la cosa se cae, el fuego se le apaga. Agregamos cansancio al cansancio, el fuego se apaga.
Pero si actuamos con paciencia y con humildad, y tratamos de ir poniendo en juego los principios, ocurre que de a poco el leño se va secando, y entonces está en condiciones de absorber calor efectivo e irradiarlo al entorno.
Acá se produce un primer cambio importante, pasamos a otro nivel de energía, conectamos con el fuego y estamos en condiciones de conservarlo y hacer cosas con él, es decir de propagarlo.
Y ahí uno decide que hacer con el fuego, lo manda en dirección catártica o en dirección evolutiva, todo un tema, si hay climas, se imponen y vuelta a empezar, sino, la cosa se pone interesante.
Entonces resulta que en este viaje maravilloso la energía del fuego es el hilo conductor, como la conciencia. Entonces si uno se queda en la leña, se consume y se muere, como el cuerpo, pero si aprende a correrse, ahora puede ser el horno, que conserva la energía en el vacío que lleva dentro.
Pero si adentro no hay mucho vacío, no queda mucho espacio para que la energía actúe. El fuego nuevamente corre el riesgo de apagarse. Entonces un buen horno tiene un buen vacío y otras virtudes, como la de permitir la regulación de la circulación, un fuego estanco se apaga y uno muy dinámico (ventilado) se consume pronto.
¿Entonces como se fabrica el vacío interno? Haciendo espacio, y el espacio parece que lo ocupa el ego, entonces hay que vaciarse de identidad. Estamos llenos de ego, vamos hacia un nuevo nivel de energía, ahí no hay mucho lugar para el ego, solo en las paredes del horno, donde es de utilidad.
Entonces comenzamos a lanzar actos de conciencia que no terminen en uno, que no refuercen la identidad, que no sean alimento para el ego, actos verdaderamente desinteresados.
Vamos a tener que ser muy cuidadosos en nuestra vida diaria, vamos a tener que ponernos por regla que una cantidad de nuestros actos de conciencia tienen que terminar en otros, y de nosotros, nada. En eso no existimos, y en ese no existir se va expresando el vacío.
Un vacío muy especial, que no está realmente vacío, porque en realidad está lleno de energía, es un mundo no objetal, es más como emotivo, y esa energía empieza a hacer cosas... y esto se pone cada vez más interesante.
Ahora uno sabe que debe haber circulación para que haya conservación, que debe haber un cierto volumen de vacío. Ahora uno ya no es un receptor del fuego ajeno, del fuego de los iniciadores, ahora uno aprendió a conservarlo, a moverse con él, a propagarlo y finalmente a generarlo. Ahora uno es un iniciador, y eso cambia radicalmente las cosas...
Uno se va a lo profundo, toma el fuego de los dioses y lo trae a este mundo para ofrecérselo a los demás, y les dice “hermano mio, esto ha sido bueno para mí, pruébalo...” y uno sigue adelante, sin esperar nada del otro, manteniendo el canal sagrado abierto, la flama encendida, la energía circulando.
Entonces están los Parques, que hemos distribuido ampliamente por el planeta, y ahí está nuestra flama sagrada, y la alimentamos entre todos, con tareas simples, desinteresadas, sin protagonismos, y en ese hacer construimos vacío para que la flama se exprese.
Alguien puede ir al Parque con su cuenco y su hornito, tomar el fuego y llevarlo al mundo. Puede que al principio el fuego se le apague, no importa, vuelve al Parque y lo toma de nuevo.
Aprende a conservarlo, a moverlo y a generarlo después. Y en ese aprender-hacer le van pasando cosas, su mundo se hace diáfano, energético, las cosas se le van acomodando.
Y ahí se pone interesante el asunto, porque lo sagrado comienza a expresarse en el mundo, y el mundo ya no será el mismo cuando los dioses caminen por él...
Parque de Estudio y Reflexión La Reja - Sergio D. Spano - Septiembre de 2010
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