En determinadas condiciones, y siempre que haya llegado a los límites del espacio de representación, solo en determinadas condiciones, se produce un curioso fenómeno de luz tal, que irrumpe iluminando todo el espacio de representación.
Y así, esta luz que ilumina todo el espacio de representación, se hace presente de tal manera que ya aunque nuestro sujeto suba o baje, en todos los casos el espacio de representación permanece iluminado, no dependiendo tal iluminación de un objeto particularmente iluminado, sino que toda la pantalla está ahora con mucho brillo.
Es como si ustedes, en TV, pusieran la pantalla a sumos brillo, no se trata de que vean un objeto más iluminado que otro, sucede que le han dado un particular brillo, e independientemente de lo que pasa en las figuras, el brillo general de la pantalla es sumo.
En algunos procesos transferenciales, y luego de registrar este fenómeno, nuestro amigo sale a vigilia y su percepción del mundo sigue modificada, por esa curiosa transformación que se ha operado en su espacio de representación. Así, los objetos resultan más brillantes, más netos, con más profundidad, etc., etc., según las descripciones.
Es decir que al producirse este curioso fenómeno de iluminación del espacio, algo ha pasado también no solo en el sistema de representación, sino que este sistema de representación está modificando las percepciones que llegan desde el mundo., según lo que venimos viendo. Esto es muy accidental. Se producen los dos fenómenos: el de la oscuridad límite, y en muy contadas ocasiones el del traspaso de esa barrera y el acceso a una suerte de luz que ilumina el espacio de representación.
En los procesos autotransferenciales, en cambio, la intención final a la que marcha el proceso autotransferencial, precisamente es al de trascender los límites de la representación, de ese espacio que finalmente se oscurece. Y, de un modo empírico también, y sin mayor conocimiento técnico, o tal vez con conocimiento técnico pero sin exhibirlo, en numerosas religiones y en numerosas prácticas místicas, se trata de ponerse en contacto con esa Luz, o con ese fenómeno trascendente al sistema de representación, que de pronto irrumpe en la conciencia.
Por diferentes procedimientos ascéticos, a veces rituales, a veces alucinantes, por medio de ayuno, por medio de la oración, por medio de la repetición, por muchos medios, muchos ritos en todo caso superiores, y muchas religiones, en todo caso superiores, pretenden lograr ese contacto con una suerte de fuente de Luz.
En los procesos transferenciales y en los procesos autotransferenciales, sea por accidente en el primer caso, o de modo dirigido en el segundo, se conoce algo acerca de estos fenómenos... Y se sabe que esto puede producirse cuando el sujeto ha recibido una fuerte conmoción síquica, es decir que su estado es aproximadamente un estado alterado de la conciencia.
La literatura universal también está plagada de numerosas consideraciones acerca de estos fenómenos. Cuando luego de su conmoción interna Moisés sube al monte y se encuentra con una Luz, con una zarza ardiente que está delante de él, y entonces sin mirar dice: "¿Y tú quien eres?" y la zarza ardiente, cosa extraña, le habla.
Es decir se comunica con él y le responde: "Yo soy el que soy". Es una interesante respuesta.
Cuando Pablo, que en el surgimiento del cristianismo se dedicaba a perseguir cristianos, -era un hobby que él tenía-, (risas) cuando Pablo andaba detrás de los cristianos, pero seguramente en fuerte conmoción espiritual y en fuerte búsqueda, de pronto ve una gran Luz que lo derriba del caballo donde cabalgaba, y casi queda ciego, y la Luz le pregunta: "Saulo ¿por qué me persigues?"-así se llamaba Pablo.
Saulo podría llamarse Ramón, por ejemplo (risas), pero bueno se llamaba así, entonces la Luz le dice "¿Por qué me persigues?", además Saulo queda ciego y queda enceguecido por esa Luz. Y luego Saulo se convierte al cristianismo y se convierte en el organizador más grande del cristianismo, en San Pablo.
Hoy, sin ir más lejos, se están viendo numerosos objetos en los cielos. La gente ve luces. Si nuestro amigo es un señor que maneja un carro y en plena noche ve una luz delante de él, una luz que se mueve, y para su auto y esta luz se sigue moviendo a gran velocidad... y claro no es la luz de otro vehículo que venga, es una luz que se desplaza en todas direcciones, esa luz, si no hay referencias espaciales, si no hay postes telefónicos, casas, etc.
Esa luz ¿a qué distancia está? ¿Está detrás del parabrisas o está delante del parabrisas? ¿O está en la conciencia, y esa representación está modificando su percepción?. Luego, que hay muchos otros fenómenos que no tienen nada que ver con esto de la Luz que veníamos comentando antes, como en el caso de Saulo, como en el caso de Moisés, etc. Hay otros muchos casos que también se observan; casos de luminiscencias, etc. en cámara de silencio, por ejemplo.
También con drogas alucinógenas la gente observa determinadas cosas pero no tiene que ver con esto de la Luz enceguecedora. En cámara de silencio, ya que está flotando el sujeto, y su rostro está fuera del agua y algunas partes de su cuerpo también, en un momento dado el sujeto ve una luna de plata, por ejemplo.
Esta luna de plata no es sino la traducción a imagen visual de su sensación táctil, de esa parte del rostro que queda fuera del agua, y que toma más o menos la forma, esa luna en creciente o en menguante, la forma de la cara de nuestro amigo. Esta luz a su vez se independiza y el sujeto, como no tiene ahora límites corporales, no sabe si esta luz está fuera de él o si es una proyección de un fenómeno traducido de representación interna.
Así es que esto de las luces que se andan viendo, puede deberse también a anestesias intracorporales, que por fuertes sistemas de tensión en la sociedad contemporánea, inhiben impulsos y se traducen entonces como determinadas imágenes que pueden proyectarse en un estado alterado de conciencia.
La cosa se complica cuando no se trata ya de un disquito que va y viene sino que de pronto, tal fenómeno irrumpe con gran fuerza, irrumpe con gran Fuerza deslumbrando con gran Luz al sujeto que observa. Y el sujeto entonces queda a veces enceguecido. No se trata de un disquito. Siempre y cuando demos crédito a las cosas que la gente cuenta.
También sucede con estas luces poderosas, también sucede que el sujeto habla de conexiones con esa Luz. Y entonces parece que hablara con esa Luz, y que entonces hay una suerte de contacto telepático, y en que la Luz les indica cosas o ellos se comunican con esa Luz del modo en que Moisés en su momento se conectaba con la zarza o Saulo se conectaba con aquella Luz que lo lanzó del caballo, nuestros contemporáneos que andan viendo cosas por los cielos, o también a veces se comunican con esas poderosas fuentes de Luz, que , parece, dan determinados mensajes y reciben mensajes y así siguiendo.
Según comentan ya en la Ilíada y en otros textos, según comentan algunos que parecieron morir y estuvieron de regreso, les pareció a ellos abandonar su cuerpo e ir orientándose hacia una luz cada vez más viva, sin poder relatar bien, -no en el caso de la Ilíada, sino en el de los contemporáneos-, sin poder relatar bien si es que ellos avanzan hacia la luz o la luz avanza hacia ellos.
El hecho es que se van encontrando con semejante luz, y esta luz tiene la propiedad de comunicarse con ellos de algún modo, de hablar con ellos o de darles indicaciones. Esto de las luces que hablan es un poco extraño, ustedes saben. Y estas luces dan sus indicaciones, y se establece ese contacto.
Y claro, para poder contar esta historia será que reciben un shock eléctrico en el corazón o algo por el estilo, y entonces se sienten retrocediendo y alejándose de la famosa luz con la que estaba por tomar un interesante contacto (risas). Pero claro, si toman ese contacto nosotros no nos enteramos (risas). Así es que está bien en todo caso que hagan su regreso. (Risas).
Hay numerosas explicaciones acerca de estos fenómenos, explicaciones por el lado de la anoxia, explicaciones por el lado de la acumulación de dióxido de carbono; hay numerosas explicaciones en torno a este fenómeno de la luz.
Pero a nosotros, como de costumbre, no nos interesan tanto las explicaciones, que hoy son unas y mañana otras, sino más bien el sistema de registro, el emplazamiento, el registro afectivo que padece el sujeto, y muy por sobre todas las cosas, esa suerte de gran sentido que parece darle al sujeto, y que con seguridad cambia su vida.
La vida de Moisés que cambia, la vida de Pablo que cambia, la vida de los sujetos que creen haber tenido una experiencia fuerte con esa Luz, y así tantos otros casos. Aquellos que creen haber vuelto de la muerte, etc. este cambio de sentido de la propia vida por el hecho de la experiencia de contacto con un fenómeno extraordinario que de pronto irrumpe en el sujeto, y que el sujeto no alcanza a comprender si se trata de un fenómeno de percepción o de representación, pero para el caso en todas las situaciones este fenómeno parece de gran importancia, si por el hecho de su presencia tiene aptitud para cambiar súbitamente el sentido de la vida humana.