18 de mayo de 2011

Algunas inspiraciones sobre la Muerte y la Trascendencia.

Amigos, quería compartir con vosotros tambien lo bueno y grande que me pasó ayer mientras caminaba por la calle.

Antes de esto, venía pensando en El Maestro, Silo..., me puse a caminar como él por un rato; era como estar en sus zapatos... !! Ahí dejándome llevar por esa cálida alegría de sentirlo tan cerca..., tuve estas inspiraciones, o como las quieran llamar; para mi llenas de significado y de verdad interna. Al volver a casa las escribí.
Abrazos a todos.
Esther
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12 de mayo 2011

Esta tarde mientras caminaba hacia mis clases, miraba las caras de la gente con la que me cruzaba y registré que lo más importante en la vida, lo más importante es, que nos vamos a morir.

Experimenté lo distinta que sería la actitud frente a la vida si todos tuviéramos esto presente, sin olvidarnos de ello en ningún momento. Incluso imaginaba al saludarnos por la calle y preguntarnos: cómo estás, cómo te va…, recordarnos al despedirnos (y esto como un código afectuoso de saludo con las otras personas) nos vamos a morir..., todos lo sabíamos, lo teníamos muy presente.

Era una imagen divertida y a la vez llena de un profundo significado. Sentí una cálida alegría liberadora y paz.

Veía a la gente sonreir con paz ya que esta co-presencia nos proyectaba sin límites, tomando así las riendas de nuestras vidas. Con el futuro abierto que nosotros mismos nos estábamos forjando. Esto nos ponía en tema, nos ponía en situación de sentir la necesidad de querer hacer feliz a quienes nos rodean, eso nos daba sentido abriéndonos un futuro sin límites. Qué valor trascendente tomaba el que conscientemente aportáramos para la superación el dolor y el sufrimiento humano!

Vivir nuestra vida intensamente, atentos, despiertos, sin perder un instante (no es indiferente lo que hagas con tu vida...)

Vibraba experimentando lo distinta que sería la vida teniendo este tema resuelto internamente, integrado, comprendido en profundidad, aceptado como el tránsito hacia un nuevo destino, el que habríamos forjado al construir el espíritu basado en las acciones válidas, en la unidad interna, en la coherencia vital. En ese momento lo resolví y sentí una energía liberadora en mi interior.

Y me entraron unas ganas incontenibles de expresarlo a todo el mundo; de decirles lo bueno y grande que me estaba ocurriendo...

Desde este nuevo enfoque experimentable de la vida, no es posible la violencia, ni el egoísmo, ni la ilusión de lo provisorio, ni el yo. Después de registrar y tener presente la experiencia de que todos vamos a partir, podemos preguntamos cómo queremos vivir y en qué condiciones; qué vamos a hacer con nuestra vida; qué cosas queremos hacer…; sin censurarnos nada; absorbiendo toda dificultad porque forma parte del aprendizaje, de la liberación del dios que llevamos dentro, para superar el abismo, la oscuridad y el sin-sentido. Humanizando nuestro mundo, nuestro medio y a nosotros mismos, esto es: superar el dolor y el sufrimiento en nosotros y en nuestro prójimo, aprender sin límite y amar la realidad que construyo. Porque eso es lo que haríamos: aprender, crear, desarrollar, construir para la vida, agradecer.

Mi alma sentía gozo, estábamos en presencia de lo sagrado que reconocíamos en nosotros y afuera de nosotros… fue música para mi alma que agradecía esa claridad.

Experimentaríamos que la vida sí tiene sentido y que la muerte no detiene el futuro, solo dejamos la carcasa para ir hacia nuestro destino mayor, destino que aquí construimos cada día que vivimos. Somos unos seres extraordinarios, forjadores de destinos, nombrador de nombres y libres de inventarnos a nosotros mismos.

El principio moral de trata a los demás como quieres que te traten se aclara cuando experimentamos la finitud de la vida y lo importante que es construir nuestras vidas desde esta nueva espiritualidad, esta nueva mirada, desde esta profundidad que nos conecta con nosotros mismos y por ello también con los otros seres humanos.

La decisión (libre) sobre nuestra continuidad después de la muerte, la trascendencia de nuestra existencia, la posibilidad de convertirnos en dioses si decidimos ser inmortales. Sentí que a eso hemos venido a la vida; para aprender a liberar al dios encadenado, para desarrollar al dios interno y aportar al mundo, a la evolución de la vida, trabajar para el plan, al servicio de la vida, del TODO.

La espiritualidad sería la forma de expresar estas profundas verdades. La diversidad y el reconocimiento a esta diversidad que enriquece a la especie humana sería el modo de sentir un profundo y verdadero afecto hacia toda la humanidad. Este amor y esta compasión que comprende en profundidad las pequeñeces, debilidades y frustraciones es la nueva sensibilidad que abre el camino y no hay otro. Es una postura interna y existencial ante la vida. Ella abriría la brecha de experimentar repugnancia hacia toda forma de violencia. No sería posible un mundo violento; estaríamos ante un nuevo ser humano, íntegro, pleno, libre y sin límites. Una nueva cultura integradora y Humanizadora. La Nación Humana Universal ya instalada en el paisaje humano.

Estaba en presencia de los dioses y en ese momento podía marchar..., no sin antes comunicar esto que experimenté como certezas de experiencia. Como el en-sueño al que aspira la humanidad, el reencuentro con nosotros mismos y con lo Sagrado. Llamé a mi hija Abril y le conté estos (para mí) grandes registros internos que como un regalo recibí.

Y cómo podemos llegar a estas comprensiones sin que el accidente nos empuje a ello? Poniéndonos en situación respecto al tema de la muerte, conectando, registrando con la experiencia que antes o después nos tocará vivir;

... si hoy supiéramos que vamos a partir... qué haríamos con nuestra vida este día?

Esther Bass

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