Homenaje año 1999
extracto
Debo decir que uno de los aspectos que más aprecio del carácter de Silo es su sentido del humor, su capacidad de captar el lado cómico o grotesco de las situaciones y de las personas.
Una cualidad que descoloca a cuantos se acercan a él creyendo que un gran pensador deba ser una persona con el ceño fruncido, distante y aburrida. Silo es capaz de juguetear y de reírse como un niño, de maravillarse continuamente de la gran comedia humana.
Pero la suya no es una risa distante, de superioridad respecto a las infinitas tonterías que se entretejen en la vida de todos los hombres, grandes y pequeños. Esa risa acompaña, como dos caras de una misma moneda, la paciencia y la compasión con la cuales contempla la miseria y la grandeza de la condición humana.
Porque Silo es, a mi parecer, sobre todo un hombre bueno. La bondad es para mí su cualidad más grande. ¿Qué más decir?
Solo esto.
Últimamente, y a pesar de nuestra larga familiaridad, me ha ido surgiendo cada vez con mayor fuerza la pregunta: ¿quién es verdaderamente Silo?
Entonces, para encontrar una respuesta, he seguido el consejo que él mismo me dio cuando yo buscaba respuestas a preguntas importantes sobre mi vida.
He lanzado la pregunta a lo más profundo de mi conciencia y he esperado la respuesta. Que ha sido ésta:
Silo es un guía, un iniciado, alguien que posee una llave para abrir la puerta del mundo del espíritu.
Salvatore, Silo, Daniel Zuckebrot
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