23 de abril de 2009

Armas nucleares


20/4/2009 Edición Impresa EL ADN DE LA SEMANA // PERE PUIGDOMÈNECH
Armas nucleares

PERE Puigdomènech

El 5 de abril, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pronunció un discurso en Praga en el que proponía la prohibición completa de las armas nucleares. Hace más de 20 años ya hubo un primer compromiso para reducir y evitar su proliferación. El discurso de Obama va más allá y, si logra su objetivo, será sin duda un hito histórico.

La primera arma atómica se construyó en EEUU durante la segunda guerra mundial. Fue por iniciativa de unos físicos centroeuropeos, Einstein entre ellos, que tenían miedo de que la Alemania de Hitler la estuviera produciendo. La bomba se construyó en un tiempo récord gracias a una importante acción coordinada entre científicos y técnicos. La decisión de lanzarse contra las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki ha dado lugar a una de las imágenes más terribles del siglo XX. Aún se discute si los cientos de miles de muertes producidas evitaron muchas más.

Después de la guerra, la carrera armamentística tuvo como resultado la producción de miles de bombas nucleares y al menos un millar de ensayos por parte de las diferentes potencias. Esta escalada demencial llegó a acumular un arsenal capaz de destruir varias veces la vida en la Tierra. Producir a gran costo y con gran peligro unas armas que producirían una destrucción tan grande ha acabado siendo el mayor absurdo del siglo XX.

En 1986, el entonces presidente soviético, Mijail Gorbachov, y el norteamericano, Ronald Reagan, firmaron en Reikiavik el primer acuerdo para reducir las armas nucleares de ambos países, pero cada uno tiene un potencial destructor enorme. Otros países, como Gran Bretaña, Francia y China, mantienen sus arsenales y sobre todo países en zonas conflictivas, como la India, Pakistán, Israel y quizás Irán, siguen en la carrera. Es urgente que desde cualquier medio se haga sentir la necesidad de acabar con la amenaza más grande que tenemos en nuestro planeta. Las armas nucleares todavía están aquí y hay que acabar con ellas. Si el presidente Obama trabaja en esta dirección, merece el apoyo de todos.

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