Pía Figueroa
Hay momentos en que el realismo màgico latinoamericano resulta insuficiente para describir lo ocurrido, tal como pasò sobre el puente de Rumichaca en la frontera entre Colombia y Ecuador, cuando Juanes y Rafael de la Rubia se disponìan a entregar la bandera de la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia al cantante ecuatoriano Juan Fernando Velasco.
PressenzaRumichaca, 2009-12-18Era tanta la multitud que quiso acercarse al famoso cantante Juanes, tantos los brazos que intentaban llegar con sus celulares a fin de fotografiar el momento en que la estrella de la canciòn colombiana iba a transferir los atributos de la Marcha Mundial a su homòlogo ecuatoriano, tan dèbiles por otra parte las fuerzas de seguridad, tantos los medios de comunicaciòn apostados desde tempranas horas en la frontera, que cuando el momento llegò - y por cierto coincidente con el desplome de una de esas lluvias en las que todo el cielo se cae - nadie logrò ver màs que una turba superada por su propio entusiasmo, oradores que tartamudeaban por las deficiencias del sistema de sonido, pacifistas y no-violentos que perdìan hasta la camiseta en el desborde de gente, humanistas que en ese Macondo eran levantados por el aire mientras seguìan agitando sus banderas y un Rafael de la Rubia, infatigable y siempre amable, que con indudables dotes pedagògicas entusiasmaba a Juanes con el saludo de "paz, fuerza y alegrìa!".
Asì se cruzò -o se intentò cruzar - la frontera entre Colombia y Ecuador sobre el puente de Rumichaca, cuando el equipo base siguiò su camino por Amèrica Latina, rumbo a Punta de Vacas.
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