12 de marzo de 2009

Acerca de La Comunidad para el Desarrollo Humano


La Comunidad para el Desarrollo Humano, es una institución social y cultural reconocida por la ONU, que se inspira en los ideales del Nuevo Humanismo o Humanismo Universalista. Su acción se orienta y promueve la transformación personal y social simultáneamente. Esta transformación implica desactivar los mecanismos de la violencia en la vida social, y también en la vida cotidiana de cada persona, a la par que se impulsa el desarrollo de nuevos paradigmas conductuales basados en la paz, la solidaridad y la no violencia.

Para La Comunidad, el valor central es el Ser Humano y su sentido está orientado hacia la mejora de las condiciones actuales de vida: el cumplimiento de los Derechos Humanos, el desarrollo de la plena libertad de elección, el derecho a iguales oportunidades para todos, el derecho a vivir en un mundo en paz y sin violencia y el avance de una nueva cultura que busca abrirse camino: La cultura de la no violencia, de la diversidad y de la solidaridad que posibilita un futuro mejor para todos los seres humanos en todo el planeta.

El Momento Actual

Hoy vivimos una situación difícil en todo el planeta caracterizada por la pobreza creciente de grandes regiones, el enfrentamiento entre culturas, la violencia y la discriminación que contaminan la vida cotidiana de amplios sectores de la población, los numerosos puntos en conflicto armado, la crisis del sistema financiero internacional, no prevista por analistas y formadores de opinión, a lo que tenemos que añadir la nueva y creciente amenaza nuclear.


No es una suma de crisis particulares, estamos ante un fracaso global de un sistema violento e inhumano, cuya metodología de acción es la violencia y cuyo valor central es el dinero.


Éste es un momento de la historia en el que experimentamos una fuerte alteración social y también personal. Todo está en crisis. No sólo a nivel institucional, político, o económico, sino de valores, de conductas y de sentido en nuestro hacer en el mundo.


El riesgo inminente de desastre nuclear

A diferencia de lo que sucedía en la década de los '80, en que hubo una gran movilización social ante el peligro nuclear, y que se resolvió gracias a que la URSS comenzó el desarme de forma unilateral, hoy las poblaciones no tienen conciencia de este peligro real, a pesar de que la amenaza es mucho mayor.


La transformación y la inestabilidad del panorama político internacional de estos últimos años ha llevado a una situación de descontrol de las armas nucleares, que se encuentran hoy no sólo en las manos irresponsables de las potencias nucleares sino también al alcance de grupos violentos y hasta de individuos, sin contar con el cada vez más evidente peligro de accidentes. El actual colapso financiero internacional, potenciará aún más la violencia y el desorden, poniendo a la humanidad al borde de la catástrofe nuclear que, de concretarse, supondrá el mayor desastre de la historia humana.


Violencia y Derechos Humanos

Parece obvio que la proliferación de los arsenales nucleares, el aumento de conflictos internacionales y guerras demuestran que hoy el ser humano no es un valor y preocupación central. Pero también pone de relieve y constituye una manifestación de la violencia interna. Cuanta más violencia, más armamento. En lugar de buscar salidas coherentes que posibiliten el avance personal y social, el ser humano se ve postergado. Se prioriza el gasto en armamento, en vez del avance en el cumplimiento de los derechos humanos universales, accesibles para todos y de calidad (salud, educación, vivienda etc.). Cuando no se garantizan y se suprimen esos derechos tan básicos, se ejerce la violencia directa sobre las poblaciones.


Y con ello, se desatan “los grandes miedos del ser humano que le impiden dar a la vida una dirección querida y con significado. Los temores a la pobreza, a la soledad, a la enfermedad y a la muerte se conjugan y fortalecen en la sociedad, en los grupos humanos y en los individuos…”


Relacionar esa violencia dentro y la falta de dar respuesta al futuro con esa violencia fuera, ese armarse dentro con ese armarse fuera es una de las propuestas de la Comunidad que trabaja en producir ese cambio simultáneo. Decimos que la proliferación del armamento nuclear, tiene una relación directa con las actitudes defensivas, el encerramiento, la desconfianza que experimenta el ser humano concreto en relación con su medio. Podemos hablar casi de un “armamento nuclear interno”…que también es necesario desactivar.


Paz creciente o destrucción creciente

Estamos ante una encrucijada: o construimos decididamente la Paz y la No Violencia o retrocederemos a milenios anteriores.

Esta vez la humanidad no puede permitirse un nuevo “desenlace natural violento”, como consecuencia de la interacción de las desordenadas fuerzas del poder económico y político a su servicio, y de la violencia de los ejércitos imperiales, o del terrorismo.

La proliferación nuclear combinada con el desorden y la violencia crecientes, debiera hacernos recordar aquella frase proverbial: “No sé con qué armas se luchará en la tercera guerra mundial, pero sí sé con cuales lo harán en la cuarta guerra mundial: con palos y con piedras” [1]


Para evitar la catástrofe atómica futura debemos superar la violencia hoy:

Retirar las tropas invasoras

Devolver los territorios ocupados

Desmantelar los arsenales


Es necesario, además, detener la lógica armamentista y comenzar la reducción progresiva y proporcional del armamento convencional, coordinada por las Naciones Unidas, e implementar mecanismos efectivos de resolución pacífica de conflictos estableciendo un orden internacional más justo y cooperativo.


Reclamamos nuestro derecho a vivir en paz y libertad, y no se vive en libertad cuando se vive amenazado. Es necesario, de una vez por todas, ponerse de pie y salir de la prehistoria humana.


Crear conciencia: la prioridad del momento actual

La población no tiene conciencia de la urgencia del desarme nuclear. La prioridad por lo tanto es crear conciencia. Existe la opinión de que frente a una situación de emergencia, crear conciencia es algo “intangible” o ineficaz. Sin embargo, la conciencia colectiva es capaz de sostener o derribar gobiernos, de mantener sistemas económicos, de justificar o reprobar la violencia. En definitiva, es la conciencia colectiva la que mantiene el sistema. Es una gran fuerza capaz de producir transformaciones sociales inimaginables.


Parar la violencia nuclear es la urgencia, pero necesitaremos también resolver de modo no violento los problemas de injusticia, de pobreza, de salud, de educación, de medio ambiente, y tantos otros en nuestro camino hacia una Nación Humana Universal.


Porque la violencia, como el modo más simple de intentar mantener el poder y la imposición de la propia voluntad a otros, se expresa de diferentes maneras y en diferentes ámbitos: económico, cultural, educacional, religioso, ideológico, político, familiar. Entonces, al mismo tiempo, hay que plantear la reconciliación personal y social, saliendo del círculo del resentimiento y la venganza como camino para una transformación profunda hacia un mundo más humano y no violento.


La Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia

Es una acción ejemplar impulsada por Mundo sin Guerras, organización internacional que se inspira en el Nuevo Humanismo Universalista.


La MM se realizará en 100 países durante tres meses. Comenzará el 2 de octubre en Wellington, Nueva Zelanda, y culminará el 2 de enero de 2010 al pie del monte Aconcagua, Punta de Vacas, Argentina. En cientos de ciudades se realizarán marchas, festivales, foros, conferencias y eventos para crear conciencia de la urgencia del desarme nuclear, el retiro de tropas de invasoras y la reducción de arsenales convencionales.


La Comunidad adhiere e impulsa activamente la I Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia dirigiendo su acción en el campo educacional, cultural y social. Entendiendo que un pueblo educado es un pueblo solidario y no-violento.


La Educación y la Salud son la base de una sociedad en progreso; la cultura es la expresión de ese momento histórico, de esa sociedad, el medio de expresar sus necesidades, sus anhelos, sus dificultades y sus esperanzas. Por ello queremos dar netas señales dirigidas hacia la transformación personal y social, para crear conciencia de la necesidad de superar la violencia que no está solo afuera sino también adentro de cada uno de nosotros.


Lo importante es garantizar a todo pueblo sus Derechos más elementales: su alimento, su vivienda, su educación y su salud como Derechos Universales asegurando así un futuro para todos, que siga construyendo el camino del desarrollo humano para las siguientes generaciones.


Este es pues el verdadero progreso: El progreso que es de todos y para todos y cualquier esfuerzo político-social-cultural-generacional ha de priorizar el valor de la existencia humana y velar por todas las generaciones y sus necesidades básicas.


Para poder crear esa conciencia de repudio a la violencia es necesario difundir y esclarecer sobre la relación que existe entre la violencia interna y externa, la indisoluble relación de lo existencial y lo social.


La Cultura de la No – Violencia Activa

La “No-Violencia Activa” es una metodología de acción que impulsa una profunda transformación personal y social.

La “No-Violencia” es una fuerza capaz de modificar la dirección violenta e inhumana de los acontecimientos actuales.

La “No-Violencia” promueve una nueva actitud interna y externa frente a la vida, que tiene como herramientas principales:

  • El rechazo y vacío a las diferentes formas de discriminación y violencia.
  • La no-colaboración con las prácticas violentas.
  • La denuncia de todos los hechos de discriminación y violencia.
  • La desobediencia civil frente a la violencia institucionalizada.
  • La organización y movilización social, voluntaria y solidaria.
  • El desarrollo de las virtudes personales y de las mejores aspiraciones humanas.

Esta Metodología no es simplemente la expresión de una intención. Esta Metodología tiene formas precisas que definen claramente un modo de pensar, un modo de sentir y un modo de actuar. Su aplicación tiene indicadores claros que permite a cada individuo y a cada conjunto medir con precisión su eficacia en función de ir superando los problemas de dolor y sufrimiento a los que puedan estar sometido

[1] Frase atribuida a Einstein.

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