25 de marzo de 2009

Entrevista al portavoz del Humanismo Universalista, en Latinoamérica,Tomás Hirsch.

Pressenza International Press Agency
17 March 2009

Tomás Hirsch recorre y analiza América Latina

Redacción Santiago
El Vocero humanista y candidato presidencial chileno comparte un análisis del contexto latinoamericano y del proceso de paz y de integración que se propaga en la región.

Image by: Steve Bodart

PressenzaSantiago, 2009-03-16

El líder humanista y candidato presidencial chileno realiza un profundo análisis del contexto político latinoamericano y del proceso que se propaga en la región. Las posibilidades de que las naciones tracen un camino conjunto sustentado en la en la paz y la no violencia activa. Hoy cuando las grandes economías se caen producto de la crisis mundial, nuestro continente tiene la posibilidad de dar una respuesta de integración regional beneficiando a sus pueblos.

En América Latina están ocurriendo procesos que no se veían desde hace 40 años. Medidas y orientaciones políticas que surgen desde los gobiernos de Ecuador, Argentina, Bolivia ¿Son señales interesantes para el resto del mundo?
Antes de responder cómo afecta al resto de América Latina, debo decir que este proceso ya tiene siete años en una dinámica novedosa. Se caracteriza por ser un intento de los pueblos por encontrar nuevos caminos. No veo en él las características propias de una revolución o de un momento revolucionario en el sentido de la politología clásica o como podría haberlo definido Ortega y Gasset. No es un cambio de todas las estructuras económicas, sociales, políticas, culturales o religiosas, pero claramente es un intento, una búsqueda de los pueblos por abrirse nuevos caminos.

¿Y cómo se da ese proceso?
Es una búsqueda diferente en cada país. Si por ejemplo tomamos el caso de Venezuela, allí se trata de un proceso que se produce desde arriba hacia abajo, un pequeño grupo de individuos -vinculados al mundo militar- toma la decisión de producir transformaciones estructurales en la sociedad venezolana y lleva eso hacia abajo. En Bolivia es exactamente lo opuesto, son más bien los movimientos sociales, que por una cuestión cultural es muy organizada en la base y que en algún momento transforma el movimiento social en gobierno. En Ecuador se produce una tercera vía completamente distinta. Es más bien un mundo de tecnócratas formados incluso en Harvard.

Todos los que están metidos en el gobierno, el Presidente, el Vicepresidente, los dos ministros fundamentales ¡Son todos formados en Harvard! Sin embargo, toman la decisión de orientar ese proceso en una dirección de transformación. Si uno mira por otro lado a Nicaragua, es más bien un proceso que viene desde las raíces de la Teología de la Liberación., muy vinculado con ciertos movimientos populares de la iglesia. Si uno toma Argentina, es un proceso que proviene de lo que era el peronismo tradicional y que sin embargo, se presenta de otro modo en el cual ya no son las mismas estructuras las que conducen ese proceso. Luego está Brasil y se encuentra con que más bien es el sindicalismo el que está conduciendo ese proceso. Está el caso de Chile, en que la señal de ese proceso está dada porque por primera vez una mujer asume la presidencia, en un país donde eso estaba virtualmente vedado, imposibilitado.

Este proceso que hasta ahora abarca a unos pocos de los 33 países al sur del Río Grande, ¿tú crees que pueda llegar a ser contagioso al punto de originar procesos similares en los países vecinos?
Creo que sí. Por varios años se vio al proceso venezolano como una rareza dentro de la América Latina, que avanzaba en otra dirección. Y sin embargo, luego vino Bolivia con Evo, y luego en Ecuador se elige a Correa con todo un movimiento que se pone en marcha. Uno ve que al mismo tiempo en Brasil, donde un Lula que parecía irse de la dirección de cambio, retoma un camino, de algún modo se contagia podríamos decir. En Paraguay, después de tener una dictadura hasta el año pasado, porque es verdad que Stroessner se había ido pero seguía la dictadura del Partido Colorado, resulta que por primera vez tienen una elección democrática en la que se elige a alguien que busca un cambio en la sociedad paraguaya. En Argentina, país que en general sus tendencias han sido de las derechas políticas y económicas, no cabe duda que los gobiernos de Kirchner y Fernández representan un cambio. Entonces, algo de contagioso parece que hay evidentemente. En Nicaragua se vuelve a elegir a Ortega. En México gana López Obrador, aunque después le hacen un fraude, pero él es el que gana. ¿Representa López Obrador una revolución? ¡No! Pero representa un cambio. Y López Obrador es alguien que se define muy explícitamente por la no-violencia activa.

Que se inspira en Gandhi para su acción. Acá hay algo contagioso o hay algo que está despertando en todos. Evo incorpora, por primera vez en la historia, el rechazo de la guerra como medio de solución de los conflictos en la Constitución. Eso es tomado por Ecuador que no sólo incorpora eso sino el que cualquier ciudadano puede rechazar el ser obligado a utilizar la violencia. ¡Más preciso todavía! Decide cancelar el permiso para la base militar americana de Manta. Entonces uno dice: acá hay algo que está despertando en todos lados.
Pero quisiera reivindicar algo y es que si bien este momento es nuevo, hay antecedentes.

Latinoamérica fue la primera zona que se declara desnuclearizada en el planeta. ¡Y lo hace en el año 1968! En ese año se firma el Tratado de Tlatelolco en el que 33 países se comprometen no sólo a no usar, sino que a no tener, no fabricar, no almacenar, no transportar, nada que tenga que ver con uso militar de la energía nuclear. Ese antecedente permite que se forme posteriormente la zona desnuclearizada del sudeste asiático y la zona desnuclearizada del África. Hoy día son tres zonas que nacen del Tratado de Tlatelolco que es latinoamericano. Es un antecedente que me parece importante.

¿Qué características tienen en común?
Primero, no siguen el patrón político clásico. En ninguno de estos casos está el marxismo conduciendo este proceso de cuasi revolución o de cambios de estructuras, es más, en Bolivia ni siquiera existe el partido comunista; en Venezuela se quedó afuera del proceso; en Ecuador es un pequeño grupo que está en la política ultra, ¡no está!; En argentina no supera el 1%. No están los partidos políticos tradicionales de Izquierda en este proceso.

Segunda cuestión. En todos los países en donde se impulsa este proceso se empieza a incorporar la concepción de integración latinoamericana, es decir, de que solo no se puede. Países gigantescos como Brasil o países pequeños como Bolivia o como Ecuador. Países ricos como Venezuela o países pobres como Bolivia. Todos incorporan la concepción de la necesidad de un proyecto conjunto para poder enfrentar los desafíos de la globalización básicamente.

Tercera cuestión en común. Todas estas naciones comienzan a incorporar la idea de darse una nueva organización social, es decir nuevas constituciones y avanzan en procesos de asambleas constituyentes, de una u otra manera, pero todas incorporan ese elemento. Todas buscan darle mayores derechos a las diversidades que han estado excluidas: indígenas, mujeres, sectores rurales en otros casos, en fin, todas van buscando que esos sectores se incorporen. Todas buscan un proceso de transformación sin oponer el capital privado a la acción del Estado, es decir, no tienen una visión estatista tradicional.

¿Qué conflictos han tenido en este proceso?
Algunas de ellas –las más radicales en sus cambios- enfrentan el rechazo del poder económico mundial representado por las grandes compañías multinacionales, y todas buscan la recuperación de sus recursos naturales fundamentales. Entonces, hay muchos elementos comunes aunque haya diferencias en las formas. Empiezan a incorporar la idea de la no-violencia para esas transformaciones estructurales y eso me parece también muy significativo porque no estaba en los procesos anteriores.

¿Qué implicancias tiene este fenómeno para el resto de los países?
A estas alturas el proceso latinoamericano, sí está comenzando a influir y a ser una pequeña -todavía- referencia más allá de sus fronteras. Esta generación de nuevos liderazgos, que responden a estas nuevas búsquedas de los pueblos, se expresan también hoy en Estados Unidos, con Obama. No me atrevería a decir que es Evo el que influyó en el proceso norteamericano o fue Correa, pero sí uno podría decir que concomitantemente en los EE.UU.. comienzan a surgir estas nuevas búsquedas. Una suerte de agotamiento del matonaje, de la violencia a ultranza. Una incomodidad profunda del pueblo norteamericano con la imagen de sí mismo como país agresivo, invasor, prepotente, policía del mundo, amo, todo ese tipo de imágenes surgieron durante la última campaña. No podría decir que Latinoamérica va a ser el ejemplo para el mundo y que va a conducir el proceso mundial pero creo que hay un fenómeno que se está dando acá que hoy es muy interesante y muy relevante y está siendo visto desde otros continentes.

Las Fuerzas Armadas son las que más difícilmente se modifican, se adaptan a nuevos cambios o a las estructuras sociales generales. Como que tuvieran una cierta inercia y por otro lado tienen una vocación guerrera de base.

¿Cuál debería ser el rol de esas FF.AA. en este proceso, qué ajusten deberían hacer, cómo podrían apoyar, y por otra parte, cuál crees tú es la parada, la filosofía que está operando en las FF..AA. en América?
En una sociedad que se desestructura fuerte, efectivamente de las pocas estructuras que quedan paradas, son las FFAA. En países de altísima tecnología militar como Brasil y en países pequeñísimos con una débil estructura militar como Honduras o El Salvador, sin embargo, ahí están también, estructurados y funcionando. Me parece que en este momento de proceso las FFAA debieran apoyar o defender estos procesos frente a los intentos de pequeños sectores que no quieren que esto avance. Ejemplo Bolivia. Es un caso claro que los militares han sido permanentemente golpistas. Durante los años de Evo han estado tentados por otros de avanzar en la misma dirección, sin embargo no lo han hecho y han mantenido un compromiso absoluto con el proceso que se lleva adelante. El caso de Brasil, donde los militares han estado vinculados no sólo a Golpes sino que a intrigas permanentes en el poder político. Lula ha contado con su apoyo al menos, para que no interfieran en la acción política.

Los militares hoy pueden cumplir una función de permitir y garantizar que estos procesos de transformación en América Latina continúen. El tener una estructura tan organizada les permite actuar frente a distintas situaciones de crisis, que hoy día la sociedad en términos generales no logra respuesta. Catástrofes naturales, catástrofes sociales que en nuestro continente son permanentes.

Es muy destacable la reciente Primera Reunión del Consejo de Defensa Suramericano (CDS) de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), sostenida en Santiago de Chile, y en el que reafirman la unidad de propósitos que hoy alcanzan nuestros países en la perspectiva de construir una zona de paz y cooperación.

¿Cómo se deben administrar los gastos en armamentos bélicos?
Es importante que las Fuerzas Armadas o los Estados, por supuesto en acuerdo entre ellas, avancen en un proceso de reducción proporcional y progresiva de los gastos militares en toda la región, manteniendo su fuerza disuasiva, manteniendo lo que les es propio, pero en una dirección de reducción, creo que podemos terminar contando una estructura fuertemente organizada, capaz de dar respuesta, pero no orientada hacia la acción bélica, lo cual sería un exitazo.

En este momento hay una sensibilidad instalada quizás en América que está haciendo meditar a las FF.AA. acerca de su papel tradicional. Hoy sabemos que hay una fuerte presión que está creciendo con respecto a esta Escuela de las Américas, formado de nuestros militares, ¿podría ser que en las Fuerzas Armadas o en el pueblo se está instalando una nueva mirada que empieza a expresarse con respecto a su rol?

Las Fuerzas Armadas en Latinoamérica estuvieron demasiado involucradas en el quiebre de la democracia y la violación a los derechos humanos. Hoy me parece que hay una nueva generación de las FF.AA. buscando reivindicarse como institución, su rol, su objetivo, su razón de ser. Eso favorece la posibilidad de ir cerrando todo aquello que fue parte de ese horror generado por las FF.AA., la Escuela de las Américas, la cárcel de Guantánamo, las bases militares en la región, los centros de entrenamiento, los asesores militares norteamericanos que todavía están. Creo que el Plan Colombia va a llegar a su cúlmine bastante pronto. Las nuevas generaciones de militares de América latina en casi todos los países, están muy involucradas y viendo favorables los procesos de integración. En el caso de Chile, 30 de los 32 generales, favorecen una solución al conflicto de la mediterraneidad con Bolivia.

Uno puede pensar que los militares están totalmente en desacuerdo, y no es así. Una gran mayoría favorece, puesto que desde el punto de vista militar a ellos les resuelve un problema que hay en el norte de Chile, un conflicto potencial con Perú. Por diversos motivos, también están en esta dinámica de mejoramiento de relaciones y de imagen, dejar atrás lo que ha significa su rol y su involucramiento en la violación a los derechos humanos.

Al recorrer América, hay un punto que es muy negro y vergonzoso como es Haití. ¿Cuáles podrían ser, para incorporar a Haití a esta nueva era, las medidas que habría que tomar, qué es lo que habría que hacer en un pueblo grande todavía con la imagen del horror presente?
Algunos dicen que Haití aún está pagando el costo de ser el primer país que se independiza en América y que además esa independencia es producida por los esclavos, y que eso no es perdonado. Doble pecado. Haití me sintetiza lo que es el absurdo del momento actual. Porque en realidad todo eso que parece tan complejo, se puede resolver en días. O iniciar el proceso de solución en días.

Haití ha estado sometido a una situación ya no de pobreza sino de pauperización, total y absoluto. De ahí proviene una violencia desatada, la incapacidad de darse una forma de organización social, la corrupción asociada a los intereses foráneos que quieren ganar lo poco y nada que queda, estrujando ese lugar. Si a Haití se lo apoyara resueltamente con un proceso de desarrollo que incorpore con prioridad el tema de la educación, el tema de la salud, y el tema de las necesidades no sólo de subsistencia, sino de poder generar desarrollo, la situación de Haití cambiaría radicalmente..

El pueblo de Haití que ha demostrado ser un pueblo bueno, muy comprometido con su lugar. No es un pueblo que tienda a huir y emigrar, tiende a quedarse, tiende a querer su terruño aun en la situación de tierra diezmada en que vive. Pero después que ha sido saqueado por 230 años al menos, evidentemente está hoy día sin ninguna posibilidad de autonomía. Por lo tanto, requiere un apoyo de la comunidad internacional que por lo demás me parece que no es más que devolver mínimamente todo lo que ha sido saqueado. Ahora, lo que requiere además en términos numéricos es muy poco. No estamos hablando de cifras monstruosas, o sea, un cincuentavo de uno de los planes de ayuda de Bush a la banca norteamericana.

Más que intervenciones militares, fuerzas de paz, lo que requiere Haití es una decisión de Latinoamérica que lo ha tenido muy abandonado. Con un plan serio, bien administrado, de 10, 12 mil millones de dólares puedes contribuir a que en Haití se genere un desarrollo de la agricultura, de la industria básica, un desarrollo de la escolaridad, un fuerte apoyo en el tema de la salud, con lo cual se vería un pueblo que tiene un tremendo potencial de desarrollo. La solución que se ha tomado es la vía fácil, es la de meter fuerzas militares para que no se maten entre ellos. Bueno, pero eso cómo se sigue, cómo se resuelve. La no violencia no es sólo impedir que se maten, la no violencia no es poner una fuerza militar entre los distintos bandos. La no violencia es una acción concreta para ayudar a ese pueblo a mejorar sus condiciones de vida..

Chile avanza lento en el nuevo proceso
Chile, que ha sido la punta de lanza del neoliberalismo en la región, durante este último gobierno ha dado señales alentadoras, como en el caso de reponer algunos derechos a los trabajadores. Si bien son medidas discretas y no podría hablarse de un camino hacia el socialismo, ¿Tú ves que se está en la línea de ese proceso de la Región?

Uno siempre aspira a más y suele ser más crítico con la propia casa. Pero mirado desde un contexto más amplio, es claro que Chile avanza también en esa dirección. Agrego a esas medidas que mencionas el que en estos últimos tres años es cuando más se ha avanzado en el diálogo con Bolivia para buscar una solución a su mediterraneidad. Y la verdad es que se está muy ad portas de una primera solución.

Es más, la dificultad está hoy día en un tercer país que se ha involucrado en el tema y es el caso de Perú. Que cada vez que hay un tipo de avance, los sectores más duros de Perú y también de Chile y Bolivia, los sectores más tradicionalistas, nacionalistas, vinculados al tráfico internacional de armas, inmediatamente ponen palos en las ruedas. Pero Chile ha avanzado en ese tema con Bolivia. También en ir terminando con el Servicio Militar Obligatorio, en despejar de minas anti personales los sectores fronterizos, cosa que en los tres gobiernos anteriores sólo se firmó el compromiso pero no se hizo mucho más. Se aceptó ir al Tribunal de La Haya en el conflicto con Perú en vez de sacar la fuerza militar y los tanques. Uno quisiera que sea más drástico y más rápido, pero se ha avanzado.

Hay señales. Quizás es más lento, por lo que ha sido Chile en los últimos años. No sólo punta de lanza sino el representante, el guardián de EE.UU. en la región. Evidentemente hay muchas más cosas amarradas, por ejemplo un tema central es que falta que se firme el Tribunal Penal Internacional. Si bien el gobierno lo aprobó, todavía está pesando en el Congreso Nacional el chantaje de EE.UU. de sanciones militares en caso de que se firme ese Tribunal Penal.


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Raúl Mercado Wagner

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