3 de febrero de 2009

Diccionario del Nuevo Humanismo


Actitud antihumanista

No se trata de una posición doctrinaria sino de un comportamiento que es, prácticamente, la imagen invertida de la actitud humanista (*). Tampoco se refiere a situaciones particulares ni a la comisión puntual de actos reprobables desde el punto de vista de la ética humanista. En definitiva: la a. a. es un modo personal de emplazamiento en el mundo, un modo de relación “objetivante” caracterizado por la negación de la intención y la libertad de otros seres humanos.

ACTITUD HUMANISTA

La a. h. ya estaba presente antes del acuñamiento de palabras como “humanismo”, “humanista” y otras cuantas del género. En lo referente a la actitud mencionada, es posición común de los humanistas de las distintas culturas: 1. la ubicación del ser humano como valor y preocupación central; 2. la afirmación de la igualdad de todos los seres humanos; 3. el reconocimiento de la diversidad personal y cultural; 4. la tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado o impuesto como verdad absoluta; 5. la afirmación de la libertad de ideas y creencias y 6. el repudio a la violencia.

La a. h., fuera de todo planteamiento teórico, puede ser comprendida como una “sensibilidad”, como un emplazamiento frente al mundo humano en el que se reconoce la intención y la libertad en otros, y en el que se asumen compromisos de lucha no violenta contra la discriminación y la violencia. (*momento humanista).

AMOR

(del lat. amorem). Afecto que mueve a buscar un bien verdadero o imaginario y desear su posesión. La palabra a. tiene sentidos muy diversos, pero representa una inclinación hacia alguien o algo. Se considera como una especie de a. el esmero con que se trabaja una obra deleitándose con ella. Por otro lado, así se designa a la pasión de los sexos y a la relación con la persona amada.

En cuanto al a. propio se le concede un sentido positivo cuando es interpretado como afán de mejorar la propia actuación y un sentido negativo como inmoderada estimación de sí mismo.

Los humanistas consideran al a. como una fuerza psicológica fundamental que asegura la ayuda mutua y la solidaridad (*) entre los seres humanos por encima de las fronteras establecidas entre los grupos sociales y los estados.

ANTIHUMANISMO

Toda posición práctica y/o teórica que tiende a sostener un esquema de poder basado en los antivalores de discriminación (*) y violencia (*).

CREENCIA

Estructura de ideación antepredicativa sobre la que se asientan otras estructuras que aparecen como “racionales”. La c. determina el campo, la perspectiva que se elige para desarrollar una idea o un sistema de ideas. En el caso del diálogo, aún del más racional, las partes que dialogan dan por supuestas proposiciones no demostradas y con las que se cuenta sin discusión. En este caso se habla de “predialogales”. La c. determina tanto los usos y costumbres como la organización del lenguaje, o la ilusión de un mundo que se toma como “real”, pero que se observa desde los limitados parámetros fijados por una perspectiva histórica. Esa perspectiva suele ser excluyente de otras.

El sistema de creencias se va modificando a medida que cambia el “nivel” histórico de las generaciones (*), con lo que también se modifica la perspectiva, el “desde dónde” se puede o se quiere observar el mundo (personal, social, científico, histórico, etc.). Este cambio de perspectiva es el que permite el surgimiento de nuevas ideas. Las ideas recientes se asientan en el nuevo nivel histórico y establecen copresentemente nuevos antepredicativos, nuevas proposiciones que ya no se discuten y que dan lugar a nuevas creencias. A modo de ejemplo podemos considerar lo ocurrido en Occidente hasta hace poco tiempo: afirmar que un conocimiento era “científico” resultaba suficiente para sostener una posición y descalificar a la opuesta por “acientífica” (*ciencia). En esta discusión se enzarzaron varias generaciones hasta que comenzó a discutirse la c. en la que se basaban los artificios cientificistas. Cuando se comprendió que toda teoría científica era, básicamente, una construcción de aproximación a la realidad y no la realidad misma, la perspectiva cientificista comenzó a cambiar. Pero este cambio dio lugar, a su vez, al surgimiento de corrientes neoirracionalistas.

DESHUMANIZACIÓN

Proceso en el que se contrae la libertad humana. Es característico de la d. en la relación interpersonal, la negación de la subjetividad libre del otro y, por consiguiente, su cosificación práctica. Una mirada deshumanizante despoja a otros seres humanos de su esencia de libertad, poniendo de relieve ciertas características secundarias que pasan a ser sustantivas (sexo, raza, origen, ocupación, etc.). La mirada deshumanizante tiende a diferenciar en lugar de complementar, movida por la intención de naturalizar al otro. Existe también un naturalismo histórico mediante el cual se interpretan los procesos humanos por determinismos que pretenden ser consagrados por la ciencia (*) de ese momento. La Geopolítica, el Darwinismo social (*) y, en buena medida, el marxismo-leninismo (*) ortodoxo, se inscriben en el determinismo deshumanizante.

En un largo período de la Edad Media (en el que la Iglesia concentraba el poder religioso, político y económico) se discutió si las mujeres tenían alma. Otro tanto ocurrió con los nativos de América en épocas de la Conquista, decidiéndose que aquellos pobladores eran “naturales”, no estrictamente seres humanos. Más adelante, y tal vez como remanente de esas concepciones, se ha seguido reduciendo la personalidad humana a simples funciones de la actividad o situación social en que se encuentran las personas y siempre destacando la relación de subordinación o dependencia. El N. H. recomienda un uso cuidadoso de ciertas designaciones porque por medio de ellas se puede implicar una reducción deshumanizante (“paciente”, respecto al médico; “adolescente”, como alguien incompleto; “contribuyente”, como ciudadano definido por su aporte al Estado, etc.).

La d. como proceso social corresponde a momentos históricos antihumanistas (*momento humanista) en los que la alienación (*) colectiva invade todas las actividades humanas.


DISCRIMINACIÓN

(del lat. discriminare: separar, diferenciar). Designa un tipo de trato de inferioridad en cuanto a derechos y consideración social de las personas, organizaciones y estados, por su raza, etnia, sexo, edad, cultura, religión, ideología, según los casos. Privación premeditada o limitación de los derechos y ventajas. Una de las formas de la d. política es la restricción de los derechos para elegir o ser electo.

La d. es una acción manifiesta o larvada de diferenciación de un individuo o grupo humano en base a la negación de sus intenciones y libertades. Esto se efectúa siempre en contraste con la afirmación de especiales atributos, virtudes o valores que se arroga para sí el discriminador. Tal proceder se correlaciona con una “mirada” (con una sensibilidad o con una ideología) objetivante de la realidad humana.

El N. H. condena la d. en todas sus manifestaciones y llama a desenmascararla públicamente en cada caso.


REGLA DE ORO

Principio moral, muy difundido entre diversos pueblos, revelador de la actitud humanista (*). Damos a continuación algunos ejemplos. Rabino Hillel: “Lo que no quieras para ti no lo hagas a tu prójimo”. Platón: “Que me sea dado hacer a los otros lo que yo quisiera que me hicieran a mí”. Confucio: “No hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran”. Máxima jainista: “El hombre debe esforzarse por tratar a todas las criaturas como a él le gustaría que le tratasen”. En el cristianismo: “Todas las cosas que quisierais que los hombres hicieran con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. Entre los sikhs: “Trata a los demás como tú quisieras que te trataran”. La existencia de la r. de o. fue comprobada por Heródoto en distintos pueblos de la antigüedad. Para el N. H. la r. de o. constituye la base ética de toda acción personal y social

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