Por: Jorge Cardona Alzate
Foto: David Campuzano
La idea surgió de la organización Mundo sin Guerras, que aprovechando que ese 2 de octubre las Naciones Unidas lo designaron como el Día Internacional de la No Violencia por corresponder al natalicio del mahatma Gandhi, planteó la alternativa de destacar lo mejor de las diversas culturas y pueblos de la Tierra para unificar criterios en torno a un objetivo común: generar una conciencia social mundial en contra de toda forma de violencia física, económica, racial, religiosa, cultural o sexual.
De paso por Bogotá y con el propósito de que muchas organizaciones de Colombia se sumen a la gran marcha, estuvo el coordinador internacional de la iniciativa, el matemático español Rafael de La Rubia, quien insistió en que el evento está enmarcado en los modos de pensamiento y acción del denominado movimiento humanista, y que en esencia busca que muchas voluntades del mundo puedan confluir hacia la consolidación de una sociedad civil urgida por el compromiso de “eliminar la lacra que hoy constituyen las distintas guerras”.
“Antes no existía mucha conciencia ecológica y hoy es una idea que prevalece en las políticas públicas y privadas de todos los Estados del planeta”, comentó Rafael de La Rubia, para precisar que si la marcha mundial contribuye a que más ciudadanos del mundo asuman la necesidad de luchar contra la desaparición de las armas nucleares, los territorios ocupados o las carreras armamentistas, “ya se habrán dado pasos significativos hacia la consolidación de la No Violencia como la mejor carta de navegación para el siglo XXI”.
En Colombia el soporte de la Marcha por la Paz y la No Violencia está a cargo del empresario y promotor del humanismo universalista David Nassar, quien tiene un argumento contundente para que miles de personas apoyen su causa: “El hambre en el mundo podría resolverse con el 10% de lo que se gasta en armas”, razón más que válida para que se entienda que la No Violencia por la que entregaron su vida Gandhi o Martin Luther King, entre otros, es una filosofía trascendental que podría ir creando una nueva concepción de la convivencia nacional e internacional.
El 2 de octubre despega la marcha en Nueva Zelanda, pero simultáneamente en las principales capitales del mundo habrá acciones de réplica a la iniciativa. El grupo base se irá desplazando por distintos países con destino final en Punta de Vacas, en la región del Aconcagua (Argentina), el 2 de enero de 2010. A su paso por Roma será acogida por el papa Benedicto XVI, durante su transcurso por Berlín será respaldada por 60 premios Nobel, más de 100 gobiernos y representantes políticos están incluidos en la agenda de ilustres adherentes.
Después de distintos trayectos aéreos, terrestres o acuáticos, Bogotá es la estación central del próximo 15 de diciembre. Sin embargo, desde el 2 de octubre con un concierto en el Parque El Tunal, diversas organizaciones sociales del país se sumarán a la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia. Ahora que las sociedades están generando conciencia sobre un planeta de “paz sin fronteras”, en el horizonte despunta otra acción colectiva por la que vale la pena “hacer sentir la voz mayoritaria de los pueblos del mundo”.
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