2 de septiembre de 2009

CONVERGENCIA DE LAS CULTURAS


Antecedentes

La Convergencia de las Culturas[1] es un organismo que forma parte del Movimiento Humanista. Este surgió el 4 de Mayo de 1969, con una exposición pública de su fundador, Silo, conocida como “La Curación del Sufrimiento”, en un paraje de la Cordillera de los Andes llamado Punta de Vacas, cerca de la frontera entre Argentina y Chile.

El Movimiento Humanista se basa en la corriente de pensamiento conocida como Nuevo Humanismo o Humanismo Universalista. Este se encuentra expuesto en la obra de Silo y en la de los diversos autores que en ella se inspiraron.


[1] Anteriormente (1995 -2009) conocido como “Centro de las Culturas”, creado por el Movimiento Humanista en 1995.


“El Humanismo Universalista, también llamado Nuevo Humanismo, se caracteriza por destacar la actitud humanista. Dicha actitud no es una filosofía sino una perspectiva, una sensibilidad y un modo de vivir la relación con los otros seres humanos. El humanismo universalista sostiene que en todas las culturas, en su mejor momento de creatividad, la actitud humanista impregna el ambiente social. Así, se repudia la discriminación, las guerras y, en general, la violencia. La libertad de ideas y creencias toma fuerte impulso, lo que incentiva, a su vez, la investigación y la creatividad en ciencia, arte y otras expresiones sociales. En todo caso, el humanismo universalista propone un diálogo no abstracto ni institucional entre culturas, sino el acuerdo en puntos básicos y la mutua colaboración entre representantes de distintas culturas, basándose en momentos humanistas simétricos”.

En la sociedad actual la convivencia entre diferentes culturas es un hecho cotidiano. Pero lo extraordinario de este momento histórico es que se trata de un momento de mundialización en donde todas las culturas se acercan y se influyen mutuamente, como nunca antes había sucedido.

Es importante distinguir entre este proceso de mundialización creciente y la globalización. La tan mentada globalización no es sino otra cosa que el tradicional comportamiento que han impulsado los centros imperiales. Como ha sucedido reiteradamente en la historia, estos imperios se instalan, se desarrollan y hacen girar alrededor a otros pueblos tratando de imponer su lengua, sus costumbres, su vestimenta, su alimentación y todos sus códigos. Finalmente esas estructuras imperialistas terminan generando violencia y caos, producto de su ingenuo atropello y la confrontación cultural.

Hoy es necesaria la formación de ámbitos donde se rescaten las ideas, las creencias y las actitudes humanistas de cada cultura que, más allá de toda diferencia, se encuentran en el corazón de los diferentes pueblos e individuos.

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