1 de septiembre de 2009

El Movimiento Humanista


...” ¿Qué es hoy el Movimiento Humanista? ¿Acaso un refugio frente a esta crisis general del sistema en que vivimos? ¿Será, tal vez, una crítica sostenida a un mundo que se deshumaniza día a día? ¿Será un nuevo lenguaje y un nuevo paradigma, una nueva interpretación del mundo y un nuevo paisaje? ¿Representará una corriente ideológica o política; una nueva estética, una nueva escala de valores? ¿Consistirá en una nueva espiritualidad, en una acción destinada a rescatar lo subjetivo y lo diverso en la acción concreta? ¿El Movimiento será la expresión de una lucha a favor de los desposeídos, de los abandonados y los perseguidos, será la manifestación de los que sienten la monstruosidad de que los seres humanos no tengan los mismos derechos ni las mismas oportunidades?

El Movimiento es todo eso y mucho más. Es la expresión práctica del ideal de Humanizar la Tierra y es la aspiración de dirigirse hacia una Nación Humana Universal. Es el germen de una nueva cultura en esta civilización que se hace planetaria y que tendrá que cambiar su rumbo, admitiendo y valorando las diversidades y dando a todo ser humano, por la dignidad que se merece, por el simple hecho de nacer, iguales derechos e idénticas oportunidades.

El Movimiento Humanista es la manifestación externa de los profundos cambios que se están operando en el interior del ser humano y que son la historia misma: trágica, desconcertante, pero siempre en crecimiento. Es una débil voz adelantada que anuncia los tiempos que están más allá del ser humano que hemos conocido. Es una poesía y un arco de colores diversos. Es un David frente a un insolente Goliat. Es la suavidad del agua frente a la dureza de la roca. Es la fuerza de lo débil: una paradoja y un Destino.

Amigos míos, aun cuando no logremos inmediatamente los resultados que esperamos, esta semilla ya existe y espera la llegada de los tiempos venideros.

Para todos, de corazón a corazón, el deseo fervoroso del cambio social que se avecina y la esperanza del silencioso cambio que más allá de toda compulsión, más allá de toda impaciencia, más allá de toda aspiración violenta, más allá de toda culpa y de todo sentimiento de fracaso, ya anida en la íntima profundidad de muchos humanistas “.[1]


[1] Extracto de la charla de Silo el 4 de enero de 1998 en el Estadio de Obras Sanitarias de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.



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